Este nuevo proceso que empezamos a vivir sobre la pandemia del covid-19, muchos le llaman covidianidad, que no es más que cotidianidad, pero esta vez con un ingrediente y es, estar bajo las amenazas de un virus sin vacunas y con cientos de dudas e incertidumbres, nos hemos visto obligados a ceder o renunciar a parte de nuestra libertad, pero también nos invita a reinventarnos y ser más conscientes de nuestras responsabilidades con el entorno.
¿Y ahora qué?, esta pregunta pasa por mi cabeza ya que muchas empresas empezaron a laborar normal, el transporte público y la mayoría de los comercios, porque entendemos que la vida tiene que continuar ya que las cuentas no paran y las deudas aumentan, pero realmente estamos preparados para este nuevo proceso, adaptarnos a las medidas de higiene constante o el uso de mascarilla como una prenda más de vestir, y es justo ahí donde empieza el proceso real de adaptación.
La adaptación es, en sociología y psicología, el proceso por el cual un grupo o un individuo modifica sus patrones de comportamiento para ajustarse a las normas imperantes en el medio social en el que se mueve. Está demostrado que si la respuesta ante un suceso vital estresante o con una gran carga emocional no es adaptativa se corre el riesgo de sufrir un trastorno de adaptación.
El Trastorno de adaptación (TA) que el DSM-V define como una reacción de desajuste a una situación psicosocial estresante, desarrollándose un conjunto de síntomas emocionales o conductuales y cuyas manifestaciones clínicas pueden incluir estados de ánimo depresivo (sentimientos de tristeza y desesperanza), ansiedad, preocupación, sentimiento de incapacidad para afrontar los problemas, de planificar el futuro o de poder continuar en la situación presente y un cierto grado de deterioro del cómo se lleva a cabo la rutina diaria.
Lic. Ana Santiago
Psicóloga clínica